TEMA 1: ¿De qué hablamos cuando hablamos de salud mental?

La "salud mental" se entiende como un campo disciplinario de límites difusos, al cual confluyen la medicina, la salud pública, las distintas psicologías, y aproximaciones sociopolíticas. Pero también, como una condición o estado, cuya institución es fácilmente instrumentalizable. 

Por lo mismo, analizaremos las ventajas y riesgos del concepto mismo de "salud mental".
Nuestras lecturas incluirán:

Lecturas Obligatorias:

Miranda Hiriar, G (2018)¿De qué hablamos cuando hablamos de salud mental?. Utopía y Praxis Latinoamericana, vol. 23, núm. 83, 2018. Disponible en: https://zenodo.org/record/1438570#.XkMcTmhKjIU

Restrepo DA, Jaramillo JC. Concepciones de salud mental en el campo de la salud pública. Rev. Fac. Nac. Salud Pública 2012; 30(2): 202-211. Disponible en: http://www.scielo.org.co/pdf/rfnsp/v30n2/v30n2a09.pdf

Lolas S, Fernando. (2008). Salud mental y psiquiatría: Pluralidad y heterogeneidad. Revista chilena de neuro-psiquiatría46(2), 97-98. https://dx.doi.org/10.4067/S0717-92272008000200001

Lecturas Complementarias:

Bertolote J (2008). Orígenes del concepto de "salud Mental". World Psychiatry (Ed Esp) 6:2 · Septiembre 2008. Disponible en : https://www.academia.edu/7184707/Origenes_del_concepto_de_salud_mental


Canguilhem, G () ¿Qué es la psicología?. Traducción publicada en Revista Colombiana de Psicología, Issue 7, p. 7-14, 1998. eISSN 2344-8644. Print ISSN 0121-5469. Disponible en https://revistas.unal.edu.co/index.php/psicologia/article/view/16039

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Comentarios

  1. Lo que me queda de las lectura es que no hay una sola definición de salud mental y que uno puede darle el significado que estime conveniente, dependiendo de lo que le haga más sentido a cada uno. En cuanto a las políticas públicas chilenas en el área de salud mental se ha intentado hacer una revisión crítica de como hemos llevado a cabo las intervenciones en el área de salud mental, plasmado en el Plan Nacional de Salud Mental 2017-2025, donde se hace una revisión similar a los textos propuestos más arriba sobre el concepto de salud mental (hay un apartado en el Marco conceptual), haciendo notar la importancia de centrarnos en el enfoque socioeconómico de la salud mental, planteando como definición de salud mental "la capacidad de las personas para interactuar entre sí y con el medio ambiente, de modo de promover el bienestar subjetivo, el desarrollo y uso óptimo de sus potencialidades psicológicas, cognitivas, afectivas y relacionales, el logro de sus metas individuales y colectivas, en concordancia con la justicia y el bien común". Además, el texto en sus líneas de acción parte con la necesidad de una ley de salud mental que nos permite garantizar derechos necesarios para poder desarrollar nuestras potencialidades de forma óptima, como sugiere la definición. Junto con eso, aborda la participación social (empoderando a la comunidad en la toma de decisiones en el área) y la intersectorialidad (estableciendo a la salud mental como una disciplina que interactúa con otros sectores y no es aislada como podríamos ver en el enfoque biomédico).
    Lamentablemente en la atención primaria de salud (comentaré desde ahí porque es con lo que tengo más experiencia) la salud mental está lejos de ser un tema prioritario, bajo el enfoque sociocomunitario. El financiamiento de estas iniciativas en centros municipales está ligado al cumplimiento de metas de atención, como por ejemplo las IAAPS, donde se solicita el ingreso al programa de salud mental de una población estimada a base de cálculos estimativos de incidencia de patologías de salud mental, o también las coberturas GES, las cuales están especificadas para ciertas patologías (Depresión, consumo perjudicial de sustancias) con sus canastas de prestaciones (por lo general medicamentos, atenciones por profesionales). Ambas metas están muy abocadas al enfoque biomédico de la salud mental, por lo que podemos ver, generalmente, a los equipos buscando maneras de cumplir con las metas para poder autosustentarse, olvidando todo lo propuesto por el Plan nacional de salud mental sobre intervenir en las determinantes sociales de la salud mental. Por ende, urge traspasar lo propuesto en el Plan Nacional de Salud Mental a medidas concretas y en directo beneficio de la salud mental de la población en general.

    Link Plan Nacional de Salud Mental:
    -https://www.minsal.cl/wp-content/uploads/2017/12/PDF-PLAN-NACIONAL-SALUD-MENTAL-2017-A-2025.-7-dic-2017.pdf

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    1. Guillermo:
      Utilizaré tu afirmación respecto a que "no hay una sola definición de salud mental y que uno puede darle el significado que estime conveniente, dependiendo de lo que le haga más sentido a cada uno" para afirmar que a mi juicio esta nos sitúa en una discusión sustantiva.
      Si la tomamos textualmente podemos situarla en una postura oportunista: maximizo los beneficios (uso el concepto como a mí me sirve) y no asumo las responsabilidades que puedan resultar de ello.
      La polisemia del concepto de ningún modo nos lleva indefectiblemente a respaldar tu afirmación, sino que por el contrario, nos lleva a usar el concepto con responsabilidad y coherencia.
      Por lo tanto, al menos podríamos reformular tu afirmación en los siguientes términos:
      "no hay una sola definición de salud mental y por lo tanto, al usarlo enfatizando determinado significado , debemos hacerlo con coherencia y hacernos responsables de lo que de nuestra opción se desprende"
      Pasamos así a una posición pragmática.
      ¿Y qué se deprende de nuestra opción respecto a optar por uno u otro concepto de salud mental?
      • Un ámbito , que incluye unos y excluye otros aspectos a considerar ,
      • Consecuencias, tales como responsabilidades de acción, o responsabilidades sociales y políticas de esas acciones y esas omisiones.

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  2. En primer lugar, sobre la psicología, a partir de los textos de G. Canguilhem y G. Miranda, al momento de concebir lo relacionado con el “alma” cruzamos profunda y recíprocamente factores sociopolíticos, históricos y culturales siendo muy difícil su separación para análisis. Creo que es importante recalcar el concepto que tiene de sí misma la “psicología del comportamiento”, por su actualidad a nivel político institucional, descrita por Restrepo como “visión comportamental” y su pretensión de estar exenta de cualquier idea preconcebida del hombre, cuando en ella vemos “la definición del hombre mismo como instrumento. Al utilitarismo… sucedió el instrumentalismo” (Canguilhem), debido a su énfasis en las aptitudes y funcionamiento social del individuo. Por lo tanto “el problema radica en que una ciencia o una técnica científica no contienen por sí solas ninguna idea que les confiera su sentido”, esta idea siempre viene desde fuera y no podría ser eterna, reproduciéndose cada vez que realizamos nuestra práctica clínica.

    Respecto a la salud mental, me llamó mucho la atención su desarrollo histórico, importante de analizar dado su componente de "movimiento político" y horizonte práctico. Por ejemplo el hecho de que su origen en Europa del siglo XIX con un ideal de “desarrollo mental y físico sano del ciudadano” a través de la “higiene” mental, (Bertolote) me hace reflexionar acerca de la posibilidad de un tinte eugenésico en sus orígenes. Además pienso que el momento en el cual es separada la noción de “higiene mental” de “salud mental” por la OMS, casi inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, es decir, un momento de crisis de los valores de occidente (luego de la I guerra mundial, la crisis del 29’ y los totalitarismos), pienso que podrían explicar esta reformulación y el desplazamiento de la “higiene” mental. La diferencia en USA es que el movimiento de “higiene mental” previo a la formulación de la OMS, fue un proceso de empoderamiento liderado por un paciente psiquiátrico teniendo, como dice Bertolote, “una naturaleza parapsiquiatrica”.

    Al revisar el texto de Gonzalo Miranda nos damos cuenta que luego de ciertas fluctuaciones violentas en torno al concepto de “salud mental” o al objetivo de la intervención psiquiátrica y psicoterapéutica, arribamos a la noción Positiva, Transpersonal, marcadas por una inspiración Humanista, donde el foco sigue puesto en la Felicidad individual y el Desarrollo personal, es decir, una psicología centrada en el “Yo” y la satisfacción de sus deseos, corrientes que se fortalecen coincidentemente con nociones neoliberales de la política a nivel general. Vemos sin embargo, el surgimiento de corrientes con una concepción sociopolítica de la salud mental, nacidas a partir de vivencias y ciencias anexas a la psiquiatría y que tienen gran resonancia y continuidad histórica con el movimiento de Clifford Beers, las cuales poco a poco se han hecho su espacio y han impulsado sus políticas centradas en la mejora de las condiciones de salud mental y la promoción de la autonomía de los pacientes con la mira en la estructura sociopolítica.

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    1. (cont.)
      Finalmente, coincido en que es sumamente difícil establecer una política de salud mental al no poder definir su objeto, ni mucho menos medirlo sin reducirlo. Sin embargo esta dificultad en la definición no debe hacernos omitir su discusión a nivel transdisciplinario con la participación de pacientes incluso, para así evitar ser un “instrumento” de la filosofía subyacente a nuestra práctica y no bajar a la “Prefectura de Policia” como bien dijo Canguilhem. Este riesgo se corre además al poner como horizonte político único a la Salud Mental, psicologizando o “mistificando” conflictos políticos, sin un proyecto de sociedad en paralelo. Creo además que la psicología y la psiquiatría cerradas en sí mismas, creando nuevas definiciones y prácticas, sin distinguir Psiquiatría de Salud Mental, olvida el rol fundamental que tuvieron en los totalitarismos del siglo XX y prácticas que atentan contra los DDHH (eutanasia de pacientes psiquiátricos, lobotomías, dictaduras en latinoamerica (incluyendo a Chile [https://es.scribd.com/document/254761436/La-psicologia-al-servicio-de-la-guerra-Chile-pdf]), además de ser una injusticia respecto a la importancia de la experiencia de pacientes y las ciencias sociales han tenido para la elaboración de una práctica centrada en el paciente y su comunidad con la mejora de nuestras condiciones de existencia subjetiva y objetiva, iniciativas surgidas "parapsiquiatricamente".

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    2. Me parece muy interesante el último punto que señalas Daniel, que hace alusión a la importancia de experiencias de pacientes y la contribución de las ciencias sociales en mejorar las condiciones de existencia de las personas.
      Pese a la eliminación de muchas de las prácticas psiquiátricas evidentemente transgresoras de derechos humanos, existen muchas personas que en la actualidad declaran haber sido víctimas de la Psiquiatría. Les recomiendo leer el libro Por el derecho a la locura (que aún no termino), donde personas diagnosticadas con Trastornos mentales cuentan sus malas experiencias dentro de la Psiquiatría. Sin duda aborda una perspectiva que nos contribuye enormemente en aliviar verdaderamente el sufrimiento de quienes atendamos.
      Por último, me gustaría señalar el aporte que hace antropología dentro de las ciencias sociales. Tal vez si aplicáramos una entrevista un poco más etnógrafica, comprenderíamos mejor a quienes nos consultan.

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    3. Daniel:
      De tu excelente reacción quiero destacar que “una ciencia o una técnica científica no contienen por sí solas ninguna idea que les confiera su sentido”.
      Me posesiono en la historia crítica de la ciencia para afirmar que la(s) ciencia(s) y la(s) técnica(s) científica(s) son productos históricos, y por lo tanto determinadas por las circunstancias en las que surgen y se desarrollan.
      A pesar de su intención de “objetividad” siempre implican –en sus discursos y sus prácticas- una forma determinada de entender el mundo, no sólo en su materialidad, sino –lo que es particularmente importante para nosotros- en sus relaciones de poder.
      La pretensión de objetividad hace que se naturalicen los supuestos y las prescripciones implícitas respecto al poder y la sociedad, al punto que parecieran no existir

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    4. María José:
      En este curso profundizaremos en la perspectiva del paciente, ya que es un elemento fundamental para el ejercicio de una práctica consciente y responsable.
      Calidad y respeto de los derechos de las personas son dimensiones inseparable.
      La antropología en su versión actual es la disciplina que recupera al sujeto, aspecto fundamental en una sociedad no instrumental

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  3. Muy interesante el análisis del concepto de salud mental, muchas veces poco cuestionado y solo asumido (me incluyo). Tal vez el aspecto más interesante que noté son los riesgos que conlleva la filosofía detrás del concepto y que es algo que vivimos habitualmente en nuestra pràctica. Por ejemplo en la connotación utilitarista (texto1) de la concepción de sano como “adaptado y feliz” un ejemplo habitual serían los escolares enviados a neurólogo por supuestamente tener déficit atencional, siendo solo inquieto es igualmente medicado para adaptarse a la sala de clases). Además, a raíz de la pandemia en nuestro país se evidencia a veces una concepción de salud tal vez comportamental (texto2) en cuanto a los “hábitos saludables” y la hiperresponsabilidad de los sujetos (sujeto culpable de no hacer cuarentena por ej) pero sin atender a las raíces socioeconómicas del todo con un evidente retraso por parte del estado en asegurar adecuados condicionantes de vida para poder tener una vida sana (retraso de semanas en leyes laborales, medidas por desempleo, retraso en despachar ley bono COVID, falta de agua potable, etc, medidas fundamentales para que el sujeto haga cuarentena pedida por la autoridad). Parece bastar con el número de camas y de ventiladores. Se supone además que las acciones de salud mental deben ser realizadas en el ambiente del y los individuos y tal como discutimos antes APS se ha visto ausente o solo con medidas individuales insuficientes. Las medidas más urgentes parecen ser las de asegurar las condiciones para sostener la economía (peor ejemplo: apertura de malls) más que ocuparse por la urgencia social actual.
    Siguiendo con la intención de asociar lo leído a la contingencia, recalcar la importancia de los determinantes sociales, socioeconómicos, en la salud en general, incluyendo la mental. OMS ya ha advertido que los determinantes sociales no impactan igual a los distintos sectores socioeconómicos, siendo los más afectados las víctimas de la pobreza y privaciones. Estos tienen peor acceso (a todo), peor evolución de sus enfermedades, alto desempleo y esto mantiene el circulo vicioso pobreza-trastorno mental (OMS).
    En Chile tenemos aprox 240mil personas que padecen algún trastorno mental y el 40% de ellas se encuentran en situación de pobreza monetaria o multidimensional (datos previo a la pandemia y crisis económica). Lo relevante entonces es que el estado pueda aumentar el financiamento fiscal hacia la salud mental, no solo reforzando el aspecto sanitario con más especialistas o cobertura AUGE (que está bien) sino que con la perspectiva de derechos hacia una mejor calidad de vida en general (cito columna de opinión abajo). Lamentablemente como comentaba en parte Guillermo, el financiamiento de la salud mental ha ido decreciendo a través de los años, en incongruencia con todo lo antes señalado.
    Esperemos que esta pandemia sirva para reconsiderar estos aspectos escenciales más que hacer cambios “parche”. Esperemos sea preponderante, por ejemplo, discutir buenas condiciones laborales en vez de seguir pagando la gran cantidad de licencias psiquiátricas, por poner un ejemplo.

    En suma, rescato lo complejo que es definir la salud mental, por su campo multifactorial, lo importante y vital de lo socioeconómico y vigilar cuales son los fundamentos teóricos detrás de lo que se intenta promover como “saludable” o “enfermo”.

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    1. Mitchel agradezco tus ejemplos porque aclaran mucho mejor los enfoques descritos que no pueden ser vistos de manera secuencial sino que están sucediendo simultáneamente.
      No quiero ser portadora de malas noticias ni pesimista pero frente a tu última expresión de deseo: “ Esperemos que esta pandemia sirva para reconsiderar estos aspectos esenciales más que hacer cambios parche”, te invito a leer la noticia del link https://www.eldesconcierto.cl/2020/04/11/ministerio-de-educacion-suspende-programa-de-salud-mental-y-apoyo-psicosocial-infantil/
      que demuestra lo contrario. Se informa que el Ministerio de Educación decidió suspender el Programa Habilidades para la Vida (HPV), el cual desarrollaba acciones de promoción de salud mental y bienestar psicosocial con evidencia científica en comunidades educativas y en las familias más vulnerables que requieren de apoyo en temas de salud mental. Los funcionarios afectados sostienen que detener este programa implica que “al regreso a las aulas los niños y niñas, en mayor vulnerabilidad aún, agraven su situación por falta de acceso a condiciones integrales para su desarrollo y bienestar psicosocial en la escuela”.

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    2. Al final siempre pasa eso. Es verdad que hay que evaluar los programas de gobierno pero si un programa es mal evaluado hay que modificarlo no suspenderlo... Por supuesto que hay que evaluar en qué se gastan nuestros impuestos pero no se puede llegar y suspender un programa menos los que benefician a los más desvalidos.
      Se entiende que los gobiernos quieran controlar su gasto fiscal/endeudamiento pero ante una pandemia uno esperaría que el estado se endeude, y no empezar a suspender programas como este (o el financiamiento a bomberos que nos informó Claudio!).

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    3. En relación al comentario de Mitchel y al diálogo con Valentina, me parece que la crisis debida a la Pandemia genera oportunidades de una toma de conciencia sustancial sobre las verdaderas relaciones de poder que determinan lo que ocurre en nuestra sociedad, estableciendo prioridades y legitimando decisiones que benefician a algunos y postergan a otros.
      Cada uno de nosotros tiene una primera obligación: trascender de la posición instrumental a la posición crítica. Una segunda: actuar con coherencia en su ámbito personal. Y una tercera: asumir responsablemente la decisión de omitirse o actuar como co-contructor de la sociedad en que vivimos.

      Sobre el Programa Habilidades para la Vida, puede leerse, a modo de ejemplo : http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1657-92672015000400010

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  4. Definir la salud mental es complejo de concretar exitosamente, varios han sido los intentos, pero siempre algo queda fuera. Me llama la atención como en El plan de acción integral sobre salud mental 2013-2020, la OMS define la salud mental: "un estado de bienestar en el que el individuo realiza sus capacidades, supera el estrés normal de la vida, trabaja de forma productiva y fructífera, y aporta algo a su comunidad". Es interesante cómo en esta definición hay una marcada inclinación hacia lo utilitarista, la persona tiene que trabajar eficientemente, productivo y fructífero, tiene que aportar algo a la comunidad y sobre ello, debe hacerlo superando el estrés normal de la vida. Suena como si fuese un llamado a ser una máquina de producción, que hace el trabajo bien y supera la ansiedad del día a día. Cuesta no relacionar inmediatamente esta definición con el sistema capitalista neoliberal. En trabajador eficaz y que no se queja es el que cuenta con salud mental.

    La definición del 2013 dista bastante de la de la misma OMS en el Informe sobre la Salud en el Mundo del 2001: "bienestar subjetivo, percepción de la propia eficacia, autonomía, competencia, dependencia intergeneracional y autorrealización de las capacidades intelectuales y emocionales". En doce años pasamos de hablar de salud mental desde un concepto centrado en la persona y su bienestar subjetivo a la salud mental como una cualidad para alcanzar productividad. Esto demuestra cómo el concepto de salud mental es moldeable según el contexto. Se entiende también que este tipo de definiciones utilitaristas pueden estar orientadas a generar un interés en los gobiernos y grupos económicos en invertir en salud mental. Esto sumado a parámetros objetivos como los AVISA, han logrado otorgarle una mayor relevancia a la salud mental en el mundo. Es de esperar que esto, eventualmente, se traduzca en mejoras en el sistema de salud y en las medidas de promoción y prevención; entonces quizás si sea bueno definir la salud mental desde la perspectiva utilitarista.

    El hecho de que existan distintas concepciones de la salud mental, sirve para poder hacernos conscientes de los distintos aspectos implicados en ella y tomarlos en consideración al momento de establecer estrategias de manejo. La visión biomédica de la salud mental, intenta a través de los procesos biológicos explicar cómo funciona la mente. Pareciera ser que estamos muy lejos de poder dilucidar incluso los procesos mentales más simples a través de este modelo, pero sienta las bases de cómo intervenir desde la farmacoterapia y eventualmente también podría explicar cómo funcionan el resto de las terapias no médicas.

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    1. Por otro lado, la concepción conductual y la cognitiva de la salud mental, profundiza en cómo corregir conductas y pensamientos disfuncionales, lo cual desde el punto de vista práctico, es muy útil para el manejo de gran parte de las patologías en salud mental. Le da valor a la psicoterapia cómo una forma de preparar a las individuos para enfrentar el mundo de mejor forma. Acepta que el contexto es más difícil de cambiar que la misma persona, y trabaja en ella. A diferencia de la concepción socioeconómica que cuestiona el mundo y el sistema en que vivimos como causa de la enfermedad mental. Poniendo énfasis en mejorar las condiciones socioeconómicas a las que están expuestas las personas y busca realizar cambios y al sistema. Deja de poner en el individuo toda la responsabilidad sobre su salud mental, nos ayuda a ser conscientes de que la forma en que vivimos no es la única posible, se puede vivir mejor. Se entrelaza con la política como un medio para generar cambios que estén en línea con la promoción y prevención de enfermedades de salud mental.

      Concuerdo con Restrepo y Jaramillo (concepciones de salud mental en el campo de la salud pública) en que intentar mezclar estas concepciones puede diluir la complejidad de los problemas relacionados a la salud mental. Mantener los conceptos separados, permite ser conscientes de que cada uno de estos aspectos intervienen y son importantes a la hora de la promoción prevención, diagnóstico y tratamiento de las patologías de salud mental.


      Fuentes:


      Miranda Hiriar, G (2018)¿De qué hablamos cuando hablamos de salud mental?. Utopía y Praxis Latinoamericana, vol. 23, núm. 83, 2018

      Restrepo DA, Jaramillo JC. Concepciones de salud mental en el campo de la salud pública. Rev. Fac. Nac. Salud Pública 2012; 30(2): 202-211

      Lolas S, Fernando. (2008). Salud mental y psiquiatría: Pluralidad y heterogeneidad. Revista chilena de neuro-psiquiatría, 46(2), 97-98.

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    2. Muy de acuerdo contigo, me parece que incluso esos conceptos más centrados en las personas como las del 2001 son instrumentalizadas por la lógica neoliberal. Por ejemplo la “autorrealización” y “sensación de propia eficacia”, muchas veces coincide con el éxito laboral, financiero y social; con una sobrevalorización del consumo y el trabajo, este último como el lugar privilegiado de esta realización, y este “éxito laboral” vendrá dado finalmente por la “productividad” y “creatividad” (surge "el emprendedor" o la "uberización"), por lo tanto podemos tener una “percepción de la propia eficacia”, “autonomía” y “autorrealización” sin dejar de lado una lógica utilitarista centrada en el trabajo y la capacidad de consumir. (Laval, Christian y Pierre Dardot [2013], La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la sociedad neoliberal, Barcelona, Gedisa, 325-382 pp.) Volvemos a lo que decías sobre “generar un interés en los gobiernos y grupos económicos en invertir en salud mental”, sus fines y este sentido (OMS 2001) también pueden verse como convergentes.

      Coincido en el interés práctico de los conceptos más reduccionistas en el campo de lo clínico, so pena de una explicación teórica de los fenómenos mentales (un poco en la línea con la visión de Canguilhem de que la psicología sería un “empirismo compuesto, literariamente codificado con propósitos de enseñanza"). La discusión entonces sería si un enfoque práctico sin explicación teórica de los fenómenos en los que interviene puede ser realmente eficaz. Y justo ahí surge otro nivel que es el “epidemiológico” o de “salud pública” donde desaparece la “singularidad” de cada paciente y de su “enfermedad” o “problema de salud mental” y, me parece, en ese nivel debemos guiarnos por la racionalidad más que el empirismo (queda más que claro con la pandemia).

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    3. Gustavo :

      Destaco tu afirmación : "Concuerdo con Restrepo y Jaramillo (concepciones de salud mental en el campo de la salud pública) en que intentar mezclar estas concepciones puede diluir la complejidad de los problemas relacionados a la salud mental. Mantener los conceptos separados, permite ser conscientes de que cada uno de estos aspectos intervienen y son importantes a la hora de la promoción prevención, diagnóstico y tratamiento de las patologías de salud mental".

      Podríamos decir también que es aconsejable trabajar con constructos que demuestren ser efectivos, teniendo claros sus supuestos -cuanto recortan del campo posible de incluir-, sin perder de vista que son constructos y tiene valor provisional.

      Según el Diccionario de la RAE, un constructo es una "Construcción teórica para comprender un problema determinado"

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  5. Claramente no existe un consenso cuando hablamos de salud mental, aunque sí podemos acordar que es un término dinámico en relación al momento y lugar histórico en el que se evalúa, además debe incluir el concepto de mente para ser llamada “salud mental” y que debe involucrar a la comunidad y sus intervenciones.
    Según la OMS y su plan de acción integral sobre SM 2013-2020 sería “un estado de bienestar en el que el individuo realiza sus capacidades, supera el estrés normal de la vida, trabaja de forma productiva y fructífera, y aporta algo a su comunidad”. Entonces podríamos asumir que el enfoque de la OMS es más bien comportamental, donde evalúan mayormente la conducta observable del individuo, donde se espera que el sujeto encaje dentro de ciertos patrones de comportamiento y que se pueden curar estos “trastornos mentales” reacondicionando al sujeto hacia comportamientos más adaptados. También se podría sospechar la presencia del segundo componente de la concepción comportamental, la concepción cognitiva, lo que estructura como la persona siente, piensa y se comporta, que para ser normal se debe adaptar a un modelo de comportamiento y pensamiento establecidos y que se puede corregir la forma de pensar “disfuncional” y a aprender a pensar y comportarse de manera adaptativa, pero, ¿qué es un “pensar disfuncional”? o un “pensar adaptativo”, y según quien; probablemente sea un consenso influido por el momento histórico; estos conceptos no pueden ser objetivos ya que siempre van a estar influidos por el observador (Maturana y Varela), y van a ir variando con el tiempo (que bueno que así sea), y lo que era un pensar disfuncional en un momento histórico ya no lo sea (como una mujer que quiera estudiar o votar).
    De lo leído en el texto “Concepción de salud mental en el campo de la salud pública” me quedo con el enfoque socioeconómico de la SM y apoyo completamente sus 5 críticas: a la normalización, la medicalización, el individualismo, el modelo económico capitalista y a la intervención focalizada en la noción de estilo de vida.
    El concepto propuesto por Fromm “la patología de la normalidad” me parece espectacular, quizá es tiempo de dejar de lado que lo normal es lo bueno y deseado, para avanzar por un camino donde escaparse de la norma estadística es igualmente bueno. Quizá esta bien no “ser normal”, nos permite avanzar en dejar de sobrepatologizar y sobretratar a estos individuos diferentes pero no enfermos.
    En resumen debemos fortalecer el desarrollo físico, intelectual y emocional óptimo de un individuo, siempre y cuando sea compatible con la de otros individuos (Flugel) mediante el fortalecimiento de políticas de salud mental.

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    1. Estefania coincido mucho contigo cuando cuestionas qué es un pensar disfuncional o adaptativo, dependiente de consensos influidos por el contexto y el observador. También siento alivio al saber que estos van variando y no puedo evitar aportar otro terrible ejemplo: Cuando no hace mucho tiempo la homosexualidad era considerada oficialmente un trastorno mental en manuales de psiquiatría y libros de psicopatología. Incluso en la década del 70 se llegaron a aplicar las terapias de reorientación sexual como parte del modelo comportamental para “curar” sin evidencia científica, teniendo como resultados solo el incremento del prejuicio.

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    2. Yo creo que ese es uno de los mejores ejemplos! porque es muy actual, fue hace muy poco que "dejaron de tener la mala suerte de caer en el grupo de enfermos". El problema es que a pesar de ello persiste la discriminación desde las leyes hacia abajo (adopción, matrimonio se las ingeniaron para crear un "acuerdo de union civil" y ponerle otro nombre , etc).
      No está tan consolidado parece... y creo ahí entramos nosotros también en participar de esas discusiones. saludos!

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    3. Super de acuerdo, hay un concepto de "enfermedad psiquiátrica" con sentido en sí misma (sin referencias sociales, culturales o históricas), cuando hay casos muy impresionantes donde en una sociedad distinta un "síntoma" incluso como la alucinación puede significar una práctica religiosa (https://www.latercera.com/nacional/noticia/hospitalizaciones-psiquiatricas-migrantes-se-duplican-dos-anos/458160/) o el estar en un rol específico como por ejemplo chaman o curandera. (http://www.accionpreferente.com/salud/lo-que-un-chaman-ve-en-un-hospital-psiquiatrico/)

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    4. yo pienso que la mirada que se da desde este punto de vista ,tiene que ver todavía en estos tiempos con los prejuicios y las asociaciones valóricas instauradas en algunas culturas y sesgos influenciados por lo religioso, siendo yo católico tengo claro que aun la mirada hacia este tema esta estigmatizada por la sociedad.

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    5. Muy buenos ejemplos de tratar "lo distinto"! Lamentablemente como seres inmersos en un período histórico, probablemente estamos errando en ello y no nos damos cuenta. Pienso por ejemplo en el tratamiento para detener las alucinaciones, más que con el fin entenderlas, o en que consideramos la anorexia nervosa un trastorno mental y no la obesidad mórbida, siendo que probablemente tiene harto más de mental que biológico (entrando en terreno reduccionista). Ojalá nunca dejemos de tener estos espacios de reflexión que nos permitan día a día cuestionarnos lo que hacemos, y volver siempre al para qué.

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    6. Valentina muchas gracias por tu ejemplo, super atingente a lo que quería expresar. Por otro lado agregar que es dificil estar ajenos al enfoque comportamental asociado a medios de comunicación y redes sociales (como intervencion conductual y cognitiva) donde orientan tu forma de pensar y actuar bombardeandote con información subjetiva, con manipulación de la información, según el "enfoque" de quien la transmite, invitandote principalmente a ser un buen trabajador y un buen consumidor.

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    7. Mote en relación a lo que dices me toco el caso de una paciente que tenia alucinaciones desde pequeña, enfrentada a mil y un tratamiento, sin embargo a ella no le generaba malestar ni afectada su funcionalidad la alucinación como tal, lo que le afectaba y le generaba angustia era que el resto cuestionaba la presencia de su alucinación, por lo que optó por decir que ya no las presentaba.
      Y en relación a esto me parece interesante el enfoque del mindfullnes en relación a este tema, donde acepta que la alucinación está y puede que no desaparezca, y se enfoca en como el paciente vive en relación a ella y cómo mejorarlo.

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    8. Estefania, a propósito de ese caso muy interesante se me vinieron a la cabeza organizaciones de pacientes que viven con alucinaciones. Como Hearing Voices Network (http://www.hearing-voices.org/) y Entrevoces (https://entrevoces.org/es_ES/materiales/informacion-basica-sobre-la-escucha-de-voces/).

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    9. Sí! Había escuchado de ellos también. Hay un libro muy bello que se llama Dando sentido a las voces donde mencionan un estudio en que se vio que hay un porcentaje importante
      de personas que escuchan voces y no significa un problema en sus vidas.

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    10. Estafanía dice: "En resumen debemos fortalecer el desarrollo físico, intelectual y emocional óptimo de un individuo, siempre y cuando sea compatible con la de otros individuos (Flugel) mediante el fortalecimiento de políticas de salud mental".
      A lo que agrego: " Y -en ese empeño- constataremos la imposibilidad de cumplir nuestro propósito sin problematizar las estructuras sociales imperates y la necesidad de transformarlas para poder hacerlo".

      Cuando Valentina escribe: "no hace mucho tiempo la homosexualidad era considerada oficialmente un trastorno mental en manuales de psiquiatría y libros de psicopatología. Incluso en la década del 70 se llegaron a aplicar las terapias de reorientación sexual como parte del modelo comportamental para “curar” sin evidencia científica, teniendo como resultados solo el incremento del prejuicio", nos recuerda que la Nosografía (descripción y clasificación de las enfermedades) y la Terapéutica son productos históricos socialmente determinados, y de paso, que nuestro deber ético y profesional es someterlos a permanente revisión crítica,, único modo de expandir el conocimiento y mejorar nuestra práctica en y con la sociedad de la que somos parte.

      Mitchel hace ver que a pesar que la homosexualidad salió del cuadro de enfermedades psiquiátricas, “persiste la discriminación desde las leyes hacia abajo (adopción, matrimonio se las ingeniaron para crear un "acuerdo de union civil" y ponerle otro nombre , etc). No está tan consolidado parece...”.
      Esto evidencia que la consideración de la homosexualidad como enfermedad era parte de un “paquete de prejuicios y conductas discriminatorias” vinculado a la cultura (y la religión). Pero que estos prejuicios no fueron suficientes para mantener el carácter de enfermedad por su falta de sustento en la lógica cientificista, pero fundamentalmente por la activa lucha de organizaciones de homosexuales.
      La Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales el 17 de mayo de 1990. En 1973, 14 años antes de que la OMS sacara de su clasificación internacional de enfermedades a la homosexualidad como patología, la Asociación Americana de Psiquiatría la había eliminado de su manual diagnóstico

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    11. Puedo comentarles que en mi experiencia clínica he tenido pacientes con alucinaciones auditivas permanentes e incluso con ideas delirantes. Estas se intensifican en sus períodos críticos e invaden su vida al punto de no permitirles desempeñar los roles sociales que les son significativos: madre, padre, esposo, trabajador(a), etc.
      Mi propuesta ha sido asumir que es así y distinguir cuan intensas y perturbadoras son estas para su vida. Medicar sin comprometer el bienestar, no apuntando a suprimir la "productividad psicótica" sino a garantizar la posibilidad de ejercer los roles significativos.
      Claramente esto no se aviene con un psiquiatría categorial, ni con un reduccionismo que equipare productividad con psicosis, y no vea el psicoticismo como un continuo.

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    12. En cualquier caso, de ninguna forma la idea es desconocer, descalificar o despreciar a priori las construcciones "científicas" y las prácticas anteriores o actuales.
      Sin duda, parte del aprendizaje es conocerlas en profundidad y ponerlas en contexto.
      Pero lo que resulta inapropiado es consagrarlas como "verdades reveladas".
      Esa es la forma de aprender y aprehender.

      Aprender: Adquirir el conocimiento de algo por medio del estudio, el ejercicio o la experiencia.
      Aprehender: Asimilar o llegar a comprender algo.

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  7. Bernardita Vergara8 de mayo de 2020, 20:41

    Al leer a los autores queda claro que Salud Mental no tiene solo un concepto, según la medicina, salud pública, psicología, filosofía, antropología, psiquiatría, etc, puede tener diferentes significados e interpretaciones, que dependen del enfoque e ideología de cada disciplina.
    Creo que como futuros Psiquiatras es importante destacar lo dicho por Miranda, los términos psiquiatría y salud mental no son lo mismo, pudiéndose deber a la historia del surgimiento del término de salud o higiene mental el cual toma preponderancia en la postguerra donde se quería lograr una “armonía” por lo que surge de un enfoque más bien socioeconómico, se agrega que en este se incluyan materias sociales que no se pueden considerar patología psiquiátrica, y la presencia de profesionales que no vienen de una raíz biomédica.
    Restrepo, dentro de todos los conceptos de salud mental, distingue 3 que, a mi entender, son las más importantes de diferenciar para nosotros. Una es la concepción biomédica viendo la salud mental como un proceso biológico, siendo la ausencia de enfermedad su normalidad. El otro es la concepción de salud comportamental, siendo vista en términos de hábitos y conductas, donde no existiría una enfermedad sino un sujeto desadaptado donde hay que reacondicionar al sujeto hacia comportamientos aceptables para la sociedad. Y el tercero el enfoque socioeconómico donde encontramos los determinantes sociales, siendo estos fundamentales para lograr una optima salud mental.
    Como profesionales de salud mental debemos saber integrar todos estos conceptos ya que nuestra practica clínica no se debe basar solamente en la concepción biomédica, sino que tenemos que ir más allá y tomar la mirada del mayor número de disciplinas, para lograr en la practica una salud mental integral, donde se logre una armonía con nosotros mismo, los demás, el ambiente, la economía, la espiritualidad, etc.
    También es importante destacar lo que dijo mi compañero Guillermo, de que a pesar de la relevancia que ha cobrado la salud mental en estos últimos tiempos a nivel mundial, vemos con pesar cómo en nuestro país la salud mental esta lejos de ser un tema prioritario, esto también lo puedo decir desde mi experiencia trabajando en un Hospital Primario, donde siempre se cancelaban las horas de salud mental para priorizar otros programas como cardiovascular, donde se priorizaba cumplir metas y no ayudar a las personas, donde las horas de psicólogos eran insuficientes y se perdían todas las horas de un psicólogo en SOME, y por esto mismo era muy escaso el trabajo que podíamos realizar a nivel de los determinantes sociales ya que a duras penas cumplíamos labores asistenciales. Y como dice Mitchel, esperemos que esta pandemia sirva para reconsiderar estos aspectos esenciales, y tomemos consciencia como sociedad de la importancia de la Salud Mental.

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    1. Bernardita:
      Argumentas, apoyándote inicialmente en Guillermo para señala que "a pesar de la relevancia que ha cobrado la salud mental en estos últimos tiempos a nivel mundial, vemos con pesar cómo en nuestro país la salud mental está lejos de ser un tema prioritario, esto también lo puedo decir desde mi experiencia trabajando en un Hospital Primario, donde siempre se cancelaban las horas de salud mental para priorizar otros programas como cardiovascular, donde se priorizaba cumplir metas y no ayudar a las personas, donde las horas de psicólogos eran insuficientes y se perdían todas las horas de un psicólogo en SOME, y por esto mismo era muy escaso el trabajo que podíamos realizar a nivel de los determinantes sociales ya que a duras penas cumplíamos labores asistenciales”.
      A mi juicio, esto refleja la magnitud del desafío transformador. Las olas de la superficie no llegan a fácilmente a las profundidades.
      Y respecto a lo que dice Mitchel, esta pandemia es sólo una oportunidad para reconsiderar estos aspectos esenciales, y tomar conciencia como sociedad de la importancia de la Salud Mental y de las contradicciones que la afectan. Pero eso no ocurre por generación espontánea, sino sólo como resultado de una crítica transformada en energía transformadora.
      ________________________________________
      Conciencia: Conocimiento responsable y personal de una cosa determinada.

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  8. “No era depresión, era capitalismo” es una expresión que me hace sentido cuando intento generar una noción propia de salud mental (SM) ante la falta de una definición global. Me siento identificada con el enfoque socioeconómico al leer a Restrepo y Jaramillo (2012), que para mí tiene una comprensión lógica cuando se plantea el bienestar mental desde una perspectiva del humano como influido y determinado por sus condiciones histórico-sociales, culturales y político-económicas. Si alguna pieza de este sistema se enferma, se enferma el hombre, no solo su psique, sino también su cuerpo y viceversa. Este modelo entre sus tantas críticas, plantea que la inequidad, opresión y dominación afectan la salud mental. Pero según Miranda (2018) no queda claro, lo que se intenta promover entre el gran repertorio de acciones de este enfoque.
    Creo que es imposible separar al hombre de su entorno, pero no como la capacidad darwiniana de adaptación del enfoque cognitivo (Miranda, 2018), sino más bien como una especie de autopoiesis en la que el hombre produce al entorno y el entorno al hombre dinámicamente, pero con la excepción de que no hay un borde. Es decir, los límites son tan difusos como los de la noción de SM.
    A pesar de mi postura entiendo la necesidad de definir “Salud Mental” aunque no considero que el concepto sea más importante que su propósito. De todas maneras sería ideal tener referentes metodológicos y prácticos para ordenar un poco la casa, y con ello poder fomentar la investigación y la intervención que por ahora se encuentran confusos y caóticos constituyendo la desventaja de esta situación. Pero ¿quiénes se harían cargo de tener esta revisión crítica? Quien fuera que lo haga siempre va a tener un sesgo. Pienso que por esto ha sido difícil llegar a una definición de SM por más de un siglo, ya que en este estado-dimensión sui generis caen múltiples disciplinas con distintas ideologías.
    A pesar de todo, pudiera sentirse algo manoseado hablar de SM, más aún sin saber su definición pero sí intuyéndose lo que representa desde sus orígenes descritos por Bertolote (2008). Los movimientos sociales de Higiene Mental desde 1908 tienen un fin humanitario y conforme avanzaron los años se sumaron enfoques preservativos, terapéuticos y preventivos que ya reconocían la forma de vivir y la influencia del ambiente en el desarrollo de la psicopatología.
    Por otro lado, según Lolas (2008) también nos enfrentamos con un problema semántico contradictorio y redundante del “sintagma SM” si nos basamos en el concepto salud OMS que ya incluye las dimensiones biológicas, sociales y mentales. Pero creo que es una nimiedad caer en esto ya que el lenguaje también se modifica, crea y precede realidades. Así pareciera que lo que representa SM ha sido tan poderoso (aún sin estar definida) que ha llevado a cuestionar la antigua definición de Salud. Poco a poco lo mental se fue posicionando casi naturalmente al lado de la palabra Salud, por lo que se podría leer entrelíneas, ¿Acaso la dimensión mental se escapa de las otras dos dimensiones (social y biológica) constituyendo el determinante más potente de la salud global?
    De cierta manera coincido en que “no tiene sentido tratar de definir qué es la salud mental…que no puede ser formalizada en términos científicos” (Miranda 2018). Cuando se habla de la relación SM-Psiquiatría, Lolas menciona que “la unidad debiera buscarse en la voluntad de aliviar al semejante”. Esto lo podemos extrapolar al buscar la definición de SM con todas las corrientes que convergen en ella y tomarse como una ventaja al ser el fin común de casi todos los enfoques.
    Claramente se necesitan acuerdos, pero no creo que se trate de homogeneizar criterios de forma ecléctica. Ojala se pueda definir un concepto donde tengan cabida múltiples disciplinas que consideren que para tener bienestar mental se requiere un abordaje integrador, horizontal con políticas y programas de carácter abierto, multisectoriales no olvidando lo “parapsiquiátrico”.

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    1. Referencias:
      • Bertolote, J.M. (2008). Raíces del concepto de salud mental. World Psyquiatry (Ed Esp) 6 (2), pp. 113 – 116.
      • Gonzalo Miranda Hiriart. (2018). ¿De qué hablamos cuando hablamos de salud mental? REVISTA INTERNACIONAL DE FILOSOFÍA Y TEORÍA SOCIAL, 83 (23), 86-95. https://doi.org/10.5281/zenodo.1438570
      • Lolas, F. (2008). Salud mental y psiquiatría: pluralidad y heterogeneidad. Revista Chilena de NeuroPsiquiatría; 46 (2), pp. 97 – 98
      • Restrepo, D. & Jaramillo, J. (2012). Concepciones de salud mental en el campo de la salud pública. Revista Fac Nac de Salud Pública 30 (2), pp. 202 – 211.

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    2. Muy interesante Reacción Valentina:

      Quiero detenerme en la parte en que afirmas que “pareciera que lo que representa SM ha sido tan poderoso (aún sin estar definida) que ha llevado a cuestionar la antigua definición de Salud. Poco a poco lo mental se fue posicionando casi naturalmente al lado de la palabra Salud, por lo que se podría leer entrelíneas, ¿Acaso la dimensión mental se escapa de las otras dos dimensiones (social y biológica) constituyendo el determinante más potente de la salud global?”

      Al respecto, adhiero a lo que Miranda plantea que "hablar de Salud Mental tiene sentido porque parece ser el único espacio posible en nuestro medio para hacer la diferencia entre la salud humana y el correcto funcionamiento de la maquinaria humana –incluyendo la mente-, y en tanto tal para que el sujeto entre en la ecuación sanitaria",

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  9. Al final de las lecturas, queda más que claro que el concepto de “salud mental” ha tenido múltiples aproximaciones desde diferentes disciplinas, y que pareciera que en la actualidad, todavía no hay una que podamos llamar como correcta o universal.

    Antes de abocarme a lo central de este comentario, no quisiera dejar de mencionar, que además de los distintos enfoques y concepciones de salud mental que abordan los textos, creo que éstos tienen el gran valor de que nos entregan un recorrido histórico que es indispensable de conocer para quiénes aspiramos a llegar a ser psiquiatras.
    Aquí también es interesante que no solo se plantea el inicio de este recorrido con la primera definición de salud mental, la cual fue hecha por la OMS en 1950; sino que además, se nos invita a viajar más atrás, por ejemplo, al Renacimiento europeo, y reflexionar sobre la concepción de que existía una escisión entre lo corporal y lo espiritual, donde solo lo primero estaba a cargo de los “médicos-médicos”, mientras que lo segundo, era competencia de los sacerdotes (dicho sea de paso, no son pocos los colegas que actualmente tienen una concepción que podría considerarse similar, en cuanto a hacer una distinción entre los verdaderos médicos y los que dejaron de serlo).
    Nota: El libro “Locura de la Psiquiatría” también nos entrega una perspectiva histórica interesante.

    Entrando ahora al tema principal, quisiera destacar el enfoque socioeconómico, y que estoy totalmente de acuerdo con que es incorrecto plantear que tener una “buena o mala” salud es responsabilidad exclusiva de las “buenas o malas” decisiones que toman las personas, porque no todas ellas tienen la verdadera capacidad de “elegir” (¿cómo voy a “elegir” lavarme las manos si no tengo agua potable? ¿cómo voy a “elegir” hacer cuarentena y quedarme en mi casa si vivo del día a día?).
    En este enfoque, la salud mental se concibe como “un problema de bienestar político y económico dependiente de condiciones más generales de la sociedad, asociados a la condición económica, al ambiente en el que viven las personas y al tipo de recursos disponibles”.
    Considerando lo anterior, creo que las medidas para mejorar la salud mental, deben ser, por un lado, a un nivel que podríamos llamar más “macro”, el cual supera el accionar del sector sanitario como tal, y tiene que ver con políticas de Estado, con el papel que le corresponde jugar al gobierno respecto a la educación, la vivienda, el trabajo, (etc); y por el otro lado, a un nivel que podríamos considerar más “micro”, donde se encuentra el equipo de salud, cuyo abordaje debería basarse en un trabajo multisectorial, que vaya más allá de lo biomédico, incluyendo el reconocimiento de la relevancia de los determinantes sociales de la salud.
    Lamentablemente, en lo que respecta a la atención primaria, que es lo que conozco más de cerca, debo coincidir con el comentario de mi compañero Guillermo, en que el foco principal termina siendo el cumplimiento de metas, y el centro queda restringido casi exclusivamente a lo biomédico, que como se acaba de exponer, no es suficiente para realizar una intervención exitosa en pos del completo bienestar del paciente.

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    1. Hola Cami, concuerdo contigo y Guillermo con el tema de las manos atadas que tiene APS para poder actuar más integralmente ya que el financiamento está en base a metas y las platas asignadas por programa. En nuestro sector por ejemplo teníamos todos los meses casos de familias sin hogar viviendo en casas abandonadas o en carpas, familias con hijos, vif, drogas, etc. El problema no es falta de médico, psicólogo o fármacos, falta una vivienda y eso genera todos los problemas de salud mental en esa familia. Y siempre era un caos poder conseguir una media agua (y ni hablar de lo que demora GANARSE un cupo en subsidio para vivienda, aún teniendo el mínimo de dinero reunido!). Sin embargo a fin de año es común en todas las reparticiones públicas "gastarse la plata que sobra porque si no se gasta, el otro año nos dan menos". Y no se puede gastar en cualquier cosa, debe ser en los ìtems de la ley o contraloría te cuestiona. Entonces eso da rabia, saber que dispongo de recursos pero no puedo hacer nada para dirigirlos hacia una media agua para un lactante (y de comprarse es una burocracia tremenda). En fin, creo que esta es una de las tantas discusiones que vamos a tener a futuro, de que haya una mayor flexibilidad en la asignación de recursos para que el nivel local (muni, aps) decida su gasto (siendo igualmente fiscalizable). Porque claramente tenemos muchas manos atadas en los casos sicosociales (que en aps son la mayoría me da la impresión). saludos!!

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    2. Agradezco tu comentario y tu experiencia (por lo que he visto, te tocó ejercer en un lugar cuya población vivía con más precariedad que la mía, y valoro harto tu labor).
      Estoy de acuerdo contigo en que es necesario darle más autonomía a los gobiernos locales en cuanto a la asignación de recursos (obviamente de forma justificada).
      Claramente no es "la solución de todos los males", porque como hemos conversado otras veces, al final dependería de "la motivación" de cada municipio, entonces, algunos podrían tener iniciativas excelentes y mejorar la salud mental de su población, pero otros podrían seguir tal cual. El cambio debería ser en el modo de concebir la salud mental a nivel país. Sin embargo, entre quedarse esperando a que eso suceda, me parece que es un buen primer paso sacarle las "ataduras de manos" a los municipios.

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    3. concuerdo con ustedes y señalo en la actualidad, la mirada del Estado hacia la salud mental se ha dado en el trascurso de varios años, donde ha sido una lucha constante en sensibilizar a los diferentes sectores sobre la salud mental y todo lo que embarga este programa, un gran trabajo de la gobernanza hacia salud pública son los avances año contra año en implementación de políticas públicas con una mirada hacia la comunidad y su participación hacia la salud, la gobernanza debería incluir políticas nacionales con una clara visión estratégica perdurando durante los años y no dependiendo del gobierno de turno, no es menor que desde 1993 ya se esté dando una mirada más amplia a la salud mental y que desde aquel entonces se hayan logrado infinidad de avances hacia este programa, para no ir muy lejos y colocando mi punto de vista y mi experiencia en la atención primaria, puedo decir que las políticas de salud pública siguen creyendo en el gran impacto que genera una atención oportuna, un acceso favorable y una continuidad de tratamiento para los pacientes de salud mental, el enfoque sanitario que tiene Chile, está relacionado con la atención primaria como puerta de entrada al servicio público de salud y a un sin números de prestaciones.
      No es nada nuevo el déficit presupuestario que tenemos en la atención primaria (per cápita) y que si bien se aumenta cada año, es aún muy insuficiente para poder abordar una canasta de prestaciones, como la actual evolución de los pacientes, teniendo que reducir la dotación de profesionales, insumos y equipamientos, abocándonos al programa de salud mental y la atención en los Cesfam puedo decir que aunque tengamos ya cuatro patologías en el Auge que resguardan el acceso, la oportunidad, continuidad y financiamiento, se nos hace poco a la hora de ejecutar; un ejemplo de esto son las psicoterapias, las cuales se pueden o se logran de forma grupal o con sesiones muy a lo lejos, teniendo el gran problema de la adherencia a tratamientos; por otra parte hay otro sin fin de problemáticas relacionadas a fármacos de la canasta y atención por especialista (Psiquiatría) etc, los grandes esfuerzos que se han hecho también son de un gran impacto al desarrollar en estos planes de salud mental, cosas innovadoras o mejor dicho resolutivas para poder brindar atención a los más vulnerables; de lo anterior puedo referirme que una gran iniciativa son las consultorías psiquiátricas desde los Cosam a los Cesfam, puedo decir y dar fiel testimonio que el impacto es muy favorable en cuanto a diagnóstico y disminución de listas de espera.
      Como vemos es un camino largo de recorrer, pero cada vez avanzamos un poco más, siempre la mirada comunitaria y donde se desenvuelve el paciente es fundamental para el logro terapéutico

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    4. Cami super de acuerdo con el concepto histórico que tiene el concepto de salud mental, de ahí la importancia de conocer la historia de la psiquiatría y la historia de nuestro país, para aprender de los errores cometidos y tratar de no repetirlos.
      En relación al aspecto APS de salud mental muy de acuerdo con el tema de recursos, y agregar el prejuicio que existe contra usuarios de salud mental, desde la población y de los mismo funcionarios. Me tocó vivirlo super de cerca al trabajar con personas con problemas de adicciones, donde los mismos colegas evitaban verlos, funcionarios los ignoraban, y además escuchar el comentario de que esas personas consumían "porque querían", ignorando completamente el ambiente de esa persona, su historia, su realidad, mucho mas allá del concepto químico de adicción.

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  10. ¿Qué es Salud Mental? Desde las lecturas podemos plantear que es un concepto que cobija múltiples definiciones y usos y puede estar relacionado a una amplia gama de temas, desde lo relacionado a la Psiquiatría, pasando por Psicología y Espiritualidad y lo Sociopolítico. Desde la Psiquiatría y, con mayor énfasis, desde lo biomédico, define la salud mental a partir de lo no enfermo, reduciendo el concepto a lo biológico, centrando sus intervenciones en la atención especializada y la farmacoterapia como intervención más frecuente. La Psicología, con su enfoque comportamental, impone como dificultad, ya sea en su concepción conductual como cognitiva, la concepción del individuo como único responsable de la aparición de comportamientos desadaptativos o alteraciones en la forma del pensamiento, llevando el énfasis de las intervenciones a la reeducación o a la corrección del pensamiento. Finalmente, la visión socioeconómica concibe la salud mental de una forma mucho más amplia, en base a derechos y desarrollo humano, donde el individuo no es el único responsable en la aparición de trastornos, sino las condiciones socioeconómicas del contexto y las contradicciones sociales serían la causa. Además, esta última perspectiva hace evidente el poder que conlleva el concepto de salud mental.
    Podemos darnos cuenta que es un concepto que se ha tratado de identificar en múltiples contextos sociales y culturales, lo que hace más fácil su compresión, como proceso evolutivo, que su definición.
    Si bien me parece que idealmente es necesario contar con una definición práctica, la multiplicidad de áreas relacionadas a la salud mental lo hace poco realizable. Como opinión personal, considero que, en términos prácticos, tan o más importante como definirlo es identificar los factores de los que este concepto depende. Considerando las dificultades que emergen al intentar definirlo, me parece más necesario llevar el énfasis y la preocupación a lo que determina la salud mental, principalmente a los factores externos al individuo y a las políticas públicas, los que, de ser cubiertos, asegurarían un estado de bienestar más generalizado en la población. La búsqueda de la definición no nos puede cegar el fin último, el reconocimiento de los factores relacionados con el estado de mayor bienestar integral al que puede optar un individuo.

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  11. Es interesante como los textos nos hacen pensar los limites y definiciones de conceptos que habíamos estado realizando tanto tiempo sin llegar profundizar en la misma. La salud mental a nivel de sociedad, y de nuestros propios pacientes, hasta ahora vistos, siempre llega a una relación de patología y tratamiento psiquiátrica.
    Al evaluar y revisar las definiciones, cuesta llegar a una o ver los limites hasta donde llegaría la salud mental e incluso donde inicia. Lo que, si no cabe duda, es la importancia del concepto en la salud completa de un individuo y no por menos que la OMS se refiere diciendo “no hay salud sin salud mental”. Pero se deja en claro desde los inicios del concepto de salud mental, como la relación va más allá de los individual, sino que llega hasta nuestro entorno y las personas que nos rodean para que ese bienestar sea completo, y es ahí, donde las políticas de salud pública toman un peso importante para llevar a la definición de salud mental mucho más allá que una lista de patologías en psiquiatría.
    Es complejo encasillar la salud mental como un todo, ya que dependiendo del punto de vista que se le mire, se le da un significado y hasta direcciones diferentes. Tal vez sería más fácil, buscar una definición conjunta pero también nos alejaríamos del concepto principal. Pareciera ser que salud mental, se encuentra en el centro de donde se inician diferentes conceptos y enfoques pero que al final del camino deben llegar nuevamente por donde se comenzó.
    Sin embargo, estas confusas y divergentes ideas nos llevan a tener a la salud mental como unas de las principales preocupaciones. A pesar, de que las políticas de salud pública los últimos años han aceptado la importancia de la salud mental y del impacto que tiene esta sobre la población y a nivel país, aún hay un déficit en la inversión para cuidarla y lo mas peligroso, existe aun inequidad para lograr una atención. A lo mejor, falta acuñar más el concepto y así lograremos llegar a tomar el peso de lo que significa salud mental o tal vez aún no lo sabemos.
    https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-98872015000900011

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  12. Buenos días a todos.

    En relación con el punto de partida de la discusión, ¿De qué hablamos cuando hablamos de salud mental? creo que la respuesta va a tener amplios matices según quién sea el responsable de responder. Y es que las concepciones de salud mental son variadas y se han ido sucediendo de manera que cada una ha ido aportando nuevas concepciones a las anteriores, generando una nueva visión cada vez, donde intervienen múltiples factores, mencionando entre las más importantes las necesidades y evolución de la propia sociedad, que han ido conformando una conceptualización de la salud mental de acuerdo con el contexto histórico, la disciplina que le aborde y su modelación según las exigencias y particularidades del momento y la cultura vigente.

    Hago uso de una frase de mi compañera Valentina Pooley con la cual coincido absolutamente, y es que pese a la necesidad de definir “Salud Mental” tampoco considero que el concepto sea más importante que su propósito. Pero en un sentido más estricto y enfocados en sus posibles definiciones, se hace necesario replantear los conceptos desde los que se interpreta la idea de salud mental, si guardan o no relación con definiciones universales o a concepciones construidas a partir de los diferentes planteamientos de salud-enfermedad. Dada la naturaleza polisémica y la imprecisión del concepto de salud mental, la idea de salud mental se enfrenta a importantes conflictos epistemológicos para establecer cómo se vinculan la salud y lo mental”. Si consideramos definiciones generales cómo la que hace la OMS sobre la SALUD, ya encontraremos referencias al concepto de salud mental inserto dentro de este constructo, en el sentido de que no podemos escindir lo corporal de lo mental, y como consecuencia se agrega también el resultado de la dinámica del hombre con su entorno (lo social). Por tanto, la Salud Mental no es una cuestión aislada, separada o marginal, es una cuestión de SALUD y como tal debe ser atendida, con la prioridad que merece de acuerdo con las necesidades que existen. Se habla de salud mental en los ámbitos clínicos, sociales, culturales. En este último particular, pareciese que pese a los esfuerzos de las políticas públicas por aproximarse de una forma más integral y global al derecho de proteger y garantizar la salud mental de los individuos, los resultados se siguen reduciendo al abordaje de las patologías de una salud mental enferma o debilitada (también mencionado por varios de mis compañeros), y no es que esto no sea importante, pero en cuanto a prevención y promoción, en nuestro país, hay muchos elementos en contra que parecen no ser considerados.

    Para finalizar mencionar también una asociación importante al término salud mental con nuestra especialidad, ya que parece que suele delegarse como principal responsable de su cuidado y estudio a la psiquiatría, y como ya hemos leído, la Salud Mental es un concepto que no le atañe sólo a la psiquiatría, sino que se presenta como un concepto colectivo, bajo el cual se cobija un conjunto de diferentes perspectivas y protagonistas. No es que la psiquiatría sea el medio y la salud mental el fin, a pesar de que los psiquiatras somos llamados a tratar problemas a los que difícilmente da respuesta el complejo médico-industrial, muchas veces la solución no depende solamente de nosotros, sino que amerita de la intervención de muchos otros actuarios en lo político y lo social.

    Otras bibliografías consultadas:
    - Macaya X., Pihan R., Parada V. Evolución del constructo de Salud mental desde lo multidisciplinario. Humanidades Médicas 2018;18(2):215-232
    - Carrazana, V. EL CONCEPTO DE SALUD MENTAL EN PSICOLOGÍA HUMANISTA–EXISTENCIAL. Universidad Católica Boliviana. 2002, Vol. I, No.1

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  13. A pesar de que el concepto salud mental es muy utilizado y ha estado muy en la palestra en el último tiempo, su definición y conceptualización no está definida “universalmente”, o más bien tiene múltiples definiciones dependiendo el enfoque y las ideologías que les subyacen; tal como lo exponen las lecturas.
    En el texto “Concepciones de salud mental en el campo de la salud pública” de Restrepo y Jaramillo, se sintetizan en tres enfoques principales: Biomédico, comportamental y socioeconómico. En forma muy resumida: Biomédico tiene su enfoque principal en la enfermedad mental o trastornos mentales; desde la perspectiva de salud pública la respuesta se centra en la ampliación de los servicios especializados de “salud mental” para brindar atención asistencial a las personas afectadas. Comportamental se centra en la capacidad de adaptación del comportamiento individual resultante del aprendizaje (concepción conductual) y en los procesos cognitivos que determinan como las personas sienten, piensan y se comportan (concepción cognitiva); las acciones de salud pública que se desarrollan con este enfoque son la prevención basada en la información, la educación instruccionista y las habilidades conductuales. Concepción Socioeconómica de la salud mental se concibe en términos de derechos y desarrollo humano, donde las acciones requieren una perspectiva integradora, multisectorial que logre generar entornos saludables para el desarrollo de las personas. No podemos olvidar el componente histórico y el contexto cultural en el cual los diferentes enfoques fueron desarrollados, tal como lo explican en el artículo “¿De qué hablamos cuando hablamos de salud mental? de Miranda G.
    Al realizar esta síntesis, podemos ver que en la realidad todos los enfoques son válidos en cierta medida, siempre cuando no se apliquen como una certidumbre única.
    Creo que lo importante sería tener en cuenta que la salud mental es parte de la salud general, es un elemento integrante de la salud; y que se debe enfrentar de acuerdo a las necesidades que se tienen dependiendo del contexto y así priorizar las acciones a realizar; tal como plantea Fernando Lolas en su texto: “la unidad debiera buscarse en la voluntad de aliviar al semejante”.
    Importante además tener siempre presente que es lo que elegimos ver y lo que elegimos no ver de acuerdo a nuestros ideales, para así replantearse si realmente estamos viendo lo importante para la persona que tenemos en frente.
    En contraste con la afirmación que se realiza: “Sin salud mental, no hay salud”, ¿Cuáles han sido las medidas en los últimos años para mejorar o abarcar la salud mental? Lamentablemente, los que hemos trabajado en el servicio público, hemos visto como cada año se hacen más recortes en el presupuesto para la salud mental y que no ha sido una prioridad para el sistema de salud. Esperemos que con esta crisis se produzca un cambio en salud, en todas sus dimensiones: política, sanitaria, de financiamiento y de gestión.

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  14. SALUD MENTAL
    Chile con el pasar de los años ha ido evolucionando en el campo de la salud mental, comenzando un camino largo desde que se comienza a recuperar la democracia, desde aquel entonces se empezó a dar un vistazo a este tema tan relevante y que además y que solo no tenía relación con salud como un estado de no estar enfermo, físicamente hablando (salud- enfermedad), si no de ver otros factores: como por ejemplo los psicosomáticos que aquejaban a la comunidad, producto de la historia que traen consigo; así mismo y en aquel momento todavía se veía lejano reconocer el ámbito social como factor adicional a la salud mental y como un derecho de las personas; no obstante esta larga lucha se tuvo que hacer superando muchos obstáculos, sobre todo en su organización e implantación, dejando en evidencia múltiples componentes, tanto positivos como negativos de esta área, en ese sentido si hablamos de un factor negativo y desde esa perspectiva en donde aún y con el pasar de los años los pacientes con patologías de la esfera mental siguen siendo estigmatizados y rechazados por una sociedad que aún no encuentran significados en la salud mental, o bien para un comportamiento que el resto quizás no entiende y no es obligación que sepan su origen; En la otra calzada el vínculo social y comunitario que necesitan estos paciente para su diagnóstico esta relacionado en sus tratamientos y reinserción en la vida cotidiana.

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    1. En este contexto de salud mental y en las directrices que se han dado por la OMS y desde múltiples organizaciones políticas (planes locales de salud mental), son varios los conceptos o las energías puestas en tratar de lograr una integración de conceptos en pro del funcionamiento de las personas, relacionando al individuo en su ambiente y en los factores externos que impactan su comportamiento o desarrollo vital (epigenética).
      Muchos autores, se han planteado si la Psiquiatría está totalmente vinculada a la salud mental, dando una noción de pensamiento, que hace inferir que dicha rama debe ser parte de neurología, puesto que si tiene problemas conductuales, como ejemplo tendría una base neurológica, dicha noción aún no queda clara, sin embargo se ven que están direccionadas de forma paralelas y que pueden actuar de forma simultánea, no obstante aún no queda claro si la Psiquiatría sería la forma o el modo en que se deberían abordar las problemáticas mentales, el desarrollo y el comportamiento de los individuos; Por otra parte la salud mental sería el resultado vinculatorio de dicho individuo con la comunidad, dispuesto a adaptarse a las diferentes etapas o situaciones de la vida, dilema que se debe analizar y desarrollar desde varias aristas como: integrando lo social, cultural, económico y comunitario.

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    2. En cuanto a las corrientes psicológicas y desde una mirada centrada en ellas, la psicología con sus test proyectivos serían en paralelo a los exámenes de laboratorio en medicina convencional para los psiquiatras, puesto que ayudan a entender al sujeto de forma sustancial y desde otra perspectiva. Entendiendo que su personalidad y conductas se van modificando según sea su entorno, de igual forma un psiquiatra debe de entender que existen huellas mnémicas en el individuo, en ese sentido el sentimiento de apego al humanismo y a su visión de incorporar el ser humano como un todo y lograr evitar la escisión de mente-cuerpo que favorece al vinculo de un todo (el ser humano).

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    4. Haciendo un paralelo con el psicoanálisis, Freud en su libro “El Malestar de la Cultura”, nos dice que la insatisfacción del hombre se debe a que este controla sus impulsos eróticos y agresivos, agresividad que la sociedad puede desintegrar, por otra parte, la cultura controla la agresividad internalizándola bajo la forma del super Yo y dirigiéndola contra el Ello, en el que entones pude volcarse al masoquismo o en actitudes autodestructivas; en donde la idea es que se pueda vivenciar aquel sentimiento oceánico y en conexión con el universo. En su origen el Yo incluía todo, sin embargo, cuando se separa o distingue el mundo exterior, el Yo termina siendo un residuo atrofiado del sentimiento de atadura indisoluble con el mundo exterior. Freud Dice “La conservación de todo lo pasado vale únicamente a condición de que el órgano de psique haya permanecido intacto, que su tejido no se haya deteriorado por obras de traumas o inflamaciones.” (Freud, 1931). Siguiendo con el texto de Freud, para este Psiquiatra Psicoanalista las fuentes de sufrimiento del individuo se basan/basaban en: El poder de la naturaleza, La Caducidad del cuerpo, y la insuficiencia para regular nuestras relaciones sociales. “Que en la vida anímica no puede sepultarse nada de lo que una vez se formó, que todo se conserva de algún modo y puede ser traído a la luz de nuevo en circunstancias apropiadas, por ejemplo, en virtud de una regresión de suficiente alcance” p-70 (Freud, 1931) Para el psicoanalista sus fundamentos conocidos son en base al Ello, Yo y Super yo, en donde las funciones de estos son: (Ello- Función del ICC):es la parte fundamental de la personalidad, puesto que es fuente de todas las energías instintivas y así proporciona personalidad en su dinamismo básico, además en donde líbido es vista como una fuente y la cantidad de energía puesta a disposición de los instintos (particularmente en lo sexual). El Yo implica elementos perceptivos (internos y externos) y hace que el individuo conozca y tome consciencia del mundo exterior, en donde se recogen estas experiencias con el fin de poder mediar y establecer compromisos con el Yo. En su misma ruta el Yo cuando encuentra la solución al conflicto trata con todas sus fuerzas de hallar los medios para ponerla en acción. El Super yo por su parte se origina de la seguridad e inseguridad psicológica del individuo, así mismo como lo son los sentimientos de culpabilidad e inferioridad, en otras palabras, pasa a ser un sistema de defensa normal y funciona sin que este lo sepa, su objetivo es satisfacer sin medida y a veces peligrosamente sus necesidades. Con lo anterior podemos dejar claro que desde ya varios años siempre se vio el individuo vinculado a una comunidad y a los diferentes factores socioculturales que impactan su desarrollo.

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  15. Freud, S. El Malestar en la Cultura. Amorrortu Editores. Bs. As 1998 Pág. 57-140
    https://www.minsal.cl/wp-content/uploads/2017/12/PDF-PLAN-NACIONAL-SALUD-MENTAL-2017-A-2025.-7-dic-2017.pdf
    https://www.minsal.cl/wp-content/uploads/2015/09/2018.03.28_MODELO-DE-GESTION-CENTRO-DE-SALUD-MENTAL-COMUNITARIA_DIGITAL.pdf
    https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S071792272008000200001&lng=en&nrm=iso&tlng=en
    https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/49515/v42e1312018.pdf?sequence=1&isAllowed=y
    file:///C:/Users/edime/Downloads/Capacidad%20de%20respuesta%20de%20la%20atenci%C3%B3n%20primaria%202018.pdf

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  16. Luego de revisar los documentos y comprender mas a fondo la profundidad y amplitud del concepto de salud mental, concuerdo con lo expuesto por algunos de mis compañeros al decir que intentar adoptar una definición e internalizarla resulta en algo improductivo e ilógico considerando la evolución permanente que ha presentado el concepto desde sus inicios y que, sin duda, continuara modificando sus definiciones a futuro. Este análisis me despierta una serie de reflexiones sobre la inmensa variabilidad del concepto, no solo en sus definiciones, sino en lo que significa la salud mental para un paciente que no esta al tanto de estas definiciones. Creo que el concepto se vuelve demasiado intangible en la medida de que nos damos cuenta de que un determinado compromiso biopsicosocial para determinado paciente puede desencadenar un resultado negativo desde el punto de vista de la salud mental y, al mismo tiempo, el mismo compromiso puede resultar en una optima salud mental para otro paciente. Esta variabilidad probablemente tiene que ver con factores individuales que favorecen una mejor adaptación y aceptación de desterminados escenarios biopsicosociales; pero, desde luego, complejiza aún más la elaboración de estrategias que permitan intervenir en mejorar la salud mental de nuestra población.

    Al intentar mirar desde un punto más alto lo que ocurre con el concepto de salud mental y ver que involucra el buen funcionamiento de tantas esferas en la vida de un sujeto, es difícil no notar la estrecha relación existente con rol que cumplen las necesidades, y la carencia de estas, en contra nuestra salud mental. Bajo esta perspectiva podemos analizar como en nuestro diario vivir somos testigos de constantes micro atentados a nuestra salud mental como lo son por ejemplo la enorme cantidad de estrategias de marketing que estudian detenidamente el funcionamiento de nuestros sistemas de toma de decisiones y trabajan en el constante desarrollo de estrategias para vendernos algo que no necesitamos. Otro ejemplo no menor corresponde a los estereotipos que crean los medios de comunicación y las redes sociales. Hoy en día vivimos tan pendientes de lo que hacen los otros y de lo que tienen los otros que muchas veces interiorizamos modas o estereotipos que nos impiden pensar por nuestra cuenta qué es lo que realmente necesitamos y nos impiden pensar en cómo queremos llegar a ser o en que queremos convertirnos.

    Enfrentar a un paciente que llega a consultar por un problema de salud mental implica visualizar todas estas esferas y determinar cual de todas ellas esta afectada, pero muchas veces la realidad nos muestra brutalmente que muchos de nuestros pacientes tienen afectación en la mayoría de las áreas (Economía, familia, educación, relaciones sociales, etc.).




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    1. Sin restar importancia a los factores socioeconómicos y educacionales, me gustaría referirme al rol que cumple la atención primaria en la mantención de la salud mental desde mi perspectiva. Si bien es cierto que el porcentaje del presupuesto de salud que es dedicado a salud mental es bajo en relación a otros países y a lo que sugiere la OMS; creo que muchas veces cometemos el error de pensar que el problema pasa netamente por una mala distribución de los recursos en salud, considerando que gran parte de las falencias se encuentran en la forma en que abordamos la salud mental desde la atención primaria. Pienso que se podría lograr mucho más con los recursos existentes, cambiando quizás la forma en que atendemos. Se me ocurre que, así como durante esta pandemia se ha distribuido el trabajo en sistemas de turnos, podríamos quizás en el futuro alternar el trabajo semana a semana entre lo asistencial y lo integral, entre el atender en un box y visitar el domicilio del paciente y su familia. Concuerdo con que el cuidado, como se menciona en el “Conversatorio CLACSO : Las desigualdades de géneros y los cuidados en la pandemia”, es algo que se ejecuta desde la familia y nuestra labor es entregar las herramientas para que ese cuidado sea de la calidad suficiente para que nuestra población se capaz de construir su propia salud mental.

      Por último, quisiera agregar la importancia de la época en que nos encontramos en la cual se encuentra abierta una ventana para un futuro cambio. Creo que lo mas importante en este periodo es ejecutar una labor critica de lo que hacemos como profesionales de la salud, pensar y analizar una y otra vez las falencias de nuestro sistema en profundidad para que en un futuro en base a todo ese análisis podamos recién pensar en un plan de acción.

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    2. Nico como tu bien dices en esta época estamos librando múltiples procesos ya sean de carácter personal , laboral y social, no menor es mirar desde el punto de vista de la historia todo los obstáculos que ha tenido que pasar el tema y los conceptos de salud mental para poder estar hoy en día en donde esta, actualmente se han dado múltiples interpretaciones a este campo en pro de evidenciar a un ser humano influenciado por factores externos de tipo ambientales y que impactan en el comportamiento y desarrollo del ser mismo. como tu bien lo dices y viendo otro punto de tu análisis, la atención primaria siendo la puerta de entrada de un sistema de salud, se encuentra muy desprovista de poder brindar mejores garantías a los pacientes en cuanto a salud mental teniendo divergencias entre presupuesto y canasta de prestaciones.

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  17. Es interesante ver como la definición de salud mental ha ido experimentado transformaciones a lo largo de la historia, siendo antecedido por el concepto de “higiene mental” y posteriormente diferenciado alrededor de los años 50, dándole al termino higiene mental un carácter mas preventivo (todas las actividades y técnicas que fomentan y mantienen la salud mental) y definiendo “salud mental” como una condición sometida a fluctuaciones debido a factores biológicos y sociales, que permite al individuo alcanzar
    una síntesis satisfactoria de sus propios instintos, potencialmente conflictivos; formar y mantener relaciones armónicas con terceros, y participar en cambios constructivos en su entorno social y físico (1), concepto que evidentemente estaba influencia por las corrientes psicológicas que predominaban en aquellas épocas, y así mismo en años posteriores se ha seguido modificando, siendo hasta la fecha un constructo multidimensional con seguidores y detractores.
    Considerando lo anterior y recurriendo al concepto de la OMS (2), la salud mental es “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad” pese a que esta definición fue elaborada por expertos e integra distintos aspectos, en mi opinión no se aproxima a la realidad y la frase “tensiones normales de la vida” es poco explicita dado la variabilidad de contextos en los que se desarrolla la vida de los individuos y los factores socioculturales que influyen en que determinada situación sea “normal” o “anormal”, esta misma visión es útil para analizar el uso de términos como “autorregulación, autodesarrollo, armonía, la felicidad, etc., que también van a variar según el contexto cultural en el que se promuevan” (3).
    Desde una perspectiva biomédica “la salud mental se define a partir de dos características fundamentales: la reducción de lo mental a un proceso biológico y la ausencia de enfermedad como criterio de normalidad” por lo tanto ser normal este ligado a una forma predeterminada de comportamiento en ausencia de enfermedad.
    Considero que, para comprender la salud mental, se requiere transcender de lo biológico y lo comportamental, tal como lo plantean Restrepo y Jaramillo, pensar la salud mental requiere una perspectiva de salud pública incluyente, como un fenómeno estrechamente vinculado a las condiciones de vida de los pueblos, a las estructuras sociales y económicas y a la vida cotidiana de las personas (4).

    Referencias:

    1. Bertolote J (2008). Orígenes del concepto de "salud Mental". World Psychiatry (Ed Esp) 6:2 · Septiembre 2008.
    2. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-health-strengthening-our-response
    3. Miranda Hiriar, G (2018)¿De qué hablamos cuando hablamos de salud mental?. Utopía y Praxis Latinoamericana, vol. 23, núm. 83, 2018
    4. Restrepo DA, Jaramillo JC. Concepciones de salud mental en el campo de la salud pública. Rev. Fac. Nac. Salud Pública 2012; 30(2): 202-211.

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    1. Dorys M. , en el análisis y las conclusiones después de leer los textos concuerdo contigo, donde te refieres al ser humano como un ser que depende de sus factores socioculturales y económicos, como bien tu dices para hablar de felicidad, autodesarrollo, armonía, etc. Debemos primero evidenciar el entorno, situaciones o factores donde se desarrollo este individuo haciendo del mismo un ser integral que se adapta a los cambios resolviendo problemas en el medio que se desarrolla.
      Bergson decía :
      "tratar de entender la mente limitándose al cerebro era como intentar comprender el argumento de una obra teatral estudiando las entradas y salidas de los actores"
      con esto quiero concluir que la mirada hacia las personas deben ser de forma integral asociando todos sus factores y condiciones.

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  18. ¿De qué hablamos cuando hablamos de salud mental?
    Pues bien, lo que se puede concluir luego de haber leído a los autores aquí sugeridos es que aún no se logra consensuar una definición clara y determinante. Las definiciones que se le han dado a través de la historia a la “salud mental” han sido siempre ambiguas, desde el reduccionismo organicista del enfoque biomédico que simplificaba “lo mental” a meros procesos biológicos, pasando por la concepción conductual que atribuía a los estímulos ambientales poder para explicar y modificar el comportamiento, hasta finalmente llegar a la definición que sugiere el modelo socioeconómico, la que a mi juicio, más se logra acercar a la noción y al sello que se le quiere dar a la “salud mental” hoy en día al introducir además la idea “modo de vida” como una instancia determinante en el proceso salud-enfermedad.
    Si bien aún no se ha logrado precisar qué es realmente salud mental, cabe detenerse en este punto, ¿es estrictamente necesario definir salud mental o en vista y considerando lo laboriosa que puede ser esta misión (sabemos que hace varios años se ha intentado darle un sello al concepto, con resultados infructuosos) tendrá más sentido trabajar desde una idea más amplia y multidisciplinaria y que obviamente satisfaga los requerimientos poblaciones e individuales actuales? En particular, esta última opción me causa más sentido, si bien es cierto que es necesario trabajar desde un concepto bien delimitado, más trascendental es definir cuáles son los objetivos que se quieren conseguir, por lo cual el modelo socioeconómico ya antes mencionado puede ser el más ad-hoc al considerar algunas de las determinantes sociales como influyentes en esto tan dinámico y ambiguo llamado salud mental.
    Finalmente, ante la premisa “sin salud mental, no hay salud” me surge la duda ¿qué medidas se han implementado para contribuir positivamente a la salud mental? Creo y siento que la psiquiatría y salud mental han sido por siglos estigmatizadas y descuidadas y espero que las crisis actuales sean el factor de cambio necesario para contribuir en parte a remediar esto y que adquieran la importancia que se merecen.

    Referencias
    - Miranda Hiriar, G (2018)¿De qué hablamos cuando hablamos de salud mental?. Utopía y Praxis Latinoamericana, vol. 23, núm. 83, 2018
    - Restrepo DA, Jaramillo JC. Concepciones de salud mental en el campo de la salud pública. Rev. Fac. Nac. Salud Pública 2012; 30(2): 202-211
    - Lolas S, Fernando. (2008). Salud mental y psiquiatría: Pluralidad y heterogeneidad. Revista chilena de neuro-psiquiatría, 46(2), 97-98.

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  19. Se logra apreciar a través de las distintas lecturas señaladas, cómo ha sido el nacimiento, evolución y transformación del concepto de salud mental, tan común en nuestro quehacer y que, sin embargo, no se logra hasta el día de hoy llegar a una “verdad absoluta” válida para todos.
    El cuestionamiento de si la salud mental es algo real, ni siquiera había pasado por mi mente (si existe como tal), y el darme cuenta de que ha existido esa discusión, incluso con considerables argumentos, me hizo cuestionar desde la base todo este asunto.
    En el texto de Restrepo y Jaramillo “Concepciones de la salud mental en el campo de la salud pública” se hace una revisión de cada uno de los enfoques que han intentado aproximarse al concepto de salud mental, desde lo plenamente biologicista en la concepción biomédica, donde se reduce la salud a la mera ausencia de enfermedad y la enfermedad mental a un proceso biológico. En esta misma línea, se cita en el texto a Baker y Menken quienes sugieren abandonar el concepto de mente y reemplazarlo por el de cerebro, ya que según señalan, sería engañoso y perjudicial declarar que algunos trastornos mentales no son dolencias físicas, y que la neurología y la psiquiatría deben poner fin al cisma que ha dividido sus campos. Si bien, considero que han dado en un punto interesante, respecto a la utilidad práctica que podría tener el considerar a aquellos trastornos mentales como dolencias físicas, sacándolo de lo abstracto y complejo que puede resultar para muchas personas el concepto de mente, creo que mismo fin se puede lograr con otras estrategias, que no comprometan el actuar más apropiado para el caso. No creo que sea el camino intentar aunar dos ramas, con formaciones y modos de intervención considerablemente diferentes, ya que, aunque no se tenga claridad aún respecto al origen de los llamados trastornos mentales, lo que sí es evidente es que la forma de abordarlos se aleja de lo que el campo de la neurología podría abarcar.
    Luego, como respuesta a un cambio en el perfil de morbimortalidad a nivel mundial, donde las enfermedades infecciosas son desplazadas por las enfermedades crónicas, comienza a existir un especial interés en los factores ambientales que podrían influir en el desarrollo de estas últimas. Así nace el enfoque conductista y cognitivo. En este punto me pareció interesante, por decirlo de alguna manera, cómo se instrumentalizó la salud mental como un arma para moldear y controlar el comportamiento de individuos, para que funcionaran adaptativamente, logrando un sujeto alienado, pero “sano”; me hizo recordar el manejo social que se narra en el libro “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, donde según casta social, se le enseña a cada uno a ser feliz con “lo que le tocó”.
    Claramente se puede apreciar la influencia de la psicología norteamericana en este enfoque, el cual es mayormente profundizado en el artículo de Gonzalo Miranda, “¿De qué hablamos cuando hablamos de salud mental?”, en el cual se refiere al carácter correctivo y normalizador, tan bien valorados por los sistemas gubernamentales, que plantea este enfoque.
    (sigue a continuación)

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    1. Evidentemente, surgen una serie de críticas a los conceptos de salud mental, previamente mencionados, y entonces nace el interés por el análisis de las estructuras y modelos sociales que permiten (o no) que las personas puedan gozar de buena salud. Surge el enfoque socioeconómico y en ese contexto se destacó, en la declaración de Alma Ata, la responsabilidad de los gobiernos frente a la salud de sus pueblos, no sólo la asistencia sanitaria sino medidas sociales. Se saca del foco al sujeto como el responsable de gestionar su salud mental y se pone en el centro a la estructura socioeconómica imperante, al gobierno, a lo que genera condiciones de vida que perpetúan la inequidad, la injusticia, la opresión. Aquí nos damos cuenta que muchas veces la gente no puede elegir estilos de vida más saludables, porque simplemente esas opciones no existen para todos. Y aquí cito, aquella frase tan oída en nuestro último estallido social, también citada por mi compañera Valentina Pooley, “no era depresión, era capitalismo”, frase que evidencia y resume el despertar de muchos chilenos a la realidad, que antes se nos aparecía como la única posible, y que luego de una serie de movimientos sociales y cuestionamientos al sistema, nos hace volver a creer que otro mundo es posible.
      El cómo nos llega este intento de nuevo pacto social, es realmente muy importante, ya que debemos tomar nuestra labor y la responsabilidad de no solamente conformarnos con la labor asistencial, sino tomar en nuestras manos el rol político que subyace de nuestro rol social, como señala Fernando Lolas en su texto Salud mental y psiquiatría: Pluralidad y heterogeneidad, “la psiquiatría no es simplemente una especialidad médica, sino una profesión especializada...” que “en la práctica social adquiere otras dimensiones”, debemos llevar a la práctica social, materializando en políticas públicas las acciones e intervenciones que sean necesarias para mejorar la salud de nuestra comunidad.



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    2. A modo anecdótico, quería comentar que aún existen países en los que la planta de psiquiatría y neurología están unidas, como me contó una amiga que hizo una rotación en Egipto.
      Rescato enormemente la frase que rememoraron junto a Valentina Pooley "no era depresión, era capitalismo", y también "esta es la rabia contenida que intentaron callar con fluoxetina" y el que hayan remarcado en sus comentarios nuestro rol político dentro de la práctica de la psiquiatría. Sólo me gustaría agregar que además de su materialización en políticas públicas, apliquemos la política también en su significado más simple de "proceso de toma de decisiones comunitarias" en las decisiones que tomemos con nuestros pacientes.

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  20. Anastassia Gallardo9 de mayo de 2020, 17:32

    De acuerdo a los textos leídos se puede deducir que el concepto de “salud mental “ y “psiquiatría” ha sufrido varios cambios, evolucionando con respecto a la historia, pero aun no es del todo claro. A lo largo de la historia este término ha pasado de ser la ausencia de una conducta apropiada, un comportamiento indeseable, una conducta mal adaptativa que debía ser arreglada debiéndose educar a la persona para manejar ese pensamiento disruptivo, avanzando a lo que actualmente vemos integrado más a un enfoque socioeconómico que plantea que la salud mental es una consecuencia del entorno del sujeto , es decir su ambiente , su vida cultural y sus estructuras socioeconómicas definirían su estado de salud mental y serían las responsables de su patología.
    Hoy en día como médicos es importante entender que un ser humano no se encuentra solo con su enfermedad, sino que es parte de una sociedad una comunidad y de una familia, manteniendo así una relación de interdependencia cuyo equilibrio llevaría a una estabilidad y bienestar, que es lo que nos enseñan en este modelo biopsicosocial de la medicina.
    Como cita Miranda en su artículo: “Para definir salud mental, se pone nuevamente en primer plano la relación individuo sociedad. Pero ya no es un individuo desadaptado al entorno social el foco, sino al revés una sociedad que genera condiciones para una existencia alienada”.
    Las estrategias de salud pública deben ser integradas, incluyendo a la comunidad en esta. Por ende, la Promoción y la Prevención de la enfermedad, la planificación y la provisión de servicios, una terapia integrada, tendrían un rol importante, pues el objetivo ya no es solo tratar la enfermedad con un fármaco para cambiar la conducta del paciente si no que hay una serie de medidas que deben ser implementadas, además de mantener un enfoque para la posterior rehabilitación e inserción a la comunidad del paciente.
    El implementar estas medidas de promoción y prevención permitiría una mejora en los estándares de salud mental, permitiría la erradicación de abusos y el miedo a la discriminación por los estigmas que presentan los pacientes psiquiátricos, ese miedo de la población de no pedir ayuda cuando se necesitan para evitar ser discriminados, idea que aún persiste en la población general.

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  21. El concepto de salud mental, es un concepto más o menos nuevo en la historia de la humanidad, el cual, hasta el día de hoy no ha podido definirse como tal, por la cantidad de disciplinas que involucra, tanto desde el punto de vista científico, psicológico, filosófico, social y político. La evolución de este concepto nos indica también que el término no abarca tan sólo al individuo, sino tiene que ver con su vida dentro de la sociedad y cómo ésta afecta en funcionamiento del individuo. Me parece que ninguna definición leída en los textos es completamente errónea, pero sí insuficientes por sí solas y al llevarlas a las guías que abordan el tema de salud mental, considero que se refieren principalmente a la ausencia de patología. Personalmente prefiero el concepto de salud mental como una condición integral, que permita el mayor potencial del individuo y en su rol social. Es así también cómo ha surgido la medicina integrativa que intenta fomentar la homeostasis física, emocional y espiritual del individuo, fomentando a su vez el autoconocimiento y disminuyendo la medicalización tan cuestionada hoy en día. En nuestra sociedad, creo que estamos haciendo frente al concepto de salud mental como la funcionalidad del individuo, de manera individual, dejando así de lado la esfera social, siendo ésto uno de nuestros desafíos como médicos

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  22. Me gustaría comenzar esta reflexión con un extracto del texto “Salud mental y psiquiatría: pluralidad y heterogeneidad” donde se señala…”Bergson decía que tratar de entender la mente limitándose al cerebro era como intentar comprender el argumento de una obra teatral estudiando las entradas y salidas de los actores. La complementariedad, nos permite aceptar un pluralismo metódico…”.
    Señalo esto a modo de introducción, pues en los textos revisados se muestran diferentes concepciones de salud mental y las implicancias de estas dentro del desarrollo vital de las personas. Si bien se realizan diversas críticas a la concepción biomédica, cognitivo-conductual y socioeconómica, que son válidas y hacen sentido en la clínica, me parece llamativa la intención constante de proponer modelos separatistas unos de otros, haciendo énfasis en puntos específicos de las aristas del vivir humano, en vez de promover un concepto global que integre los puntos fuertes de estas corrientes, que resultan totalmente complementarios y se viven de esa forma en la práctica clínica.
    Con esta misma base y también considerando que la definición de salud mental va a depender de la perspectiva desde la cual se le mire, resulta interesante la idea final que se señala en el texto “¿De qué hablamos cuando hablamos de salud mental?”: “No son pocos los que desconfían del concepto de salud mental, en tanto siempre va de la mano con la promoción de una ideal social. Y muchas veces con el objeto de medir y objetivar algo que inevitablemente es subjetivo”. A modo personal, mi concepción de salud mental va de la mano con la subjetividad individual en todas las esferas del desarrollo humano cotidiano y se alinea con las ideas de la Psicología Humanista donde definen salud mental como “sinónimo de congruencia y espontaneidad. Una persona saludable vive de acuerdo con lo que es, a la verdad íntima de su ser y no a roles sociales ni a cálculos de utilidad”.

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  23. El concepto de salud mental, además de difuso en su significado, se basa en un constructo redundante, ya que asumirlo implicaría que “salud mental” sería diferente a “salud sin más”, como señala Lolas. Sin embargo, en la cotidianidad de nuestra realidad es ampliamente utilizado, por lo cual tiene sentido analizarlo como conjunto.

    En una búsqueda de su significado, nos encontramos con múltiples usos, que hacen alusión al foco desde el cual se estudia. El artículo de Restrepo y Jaramillo presenta de forma esquemática las definiciones de salud mental según enfoque, significando de manera muy concisa: para el enfoque biomédico, la ausencia de trastornos mentales; para el cognitivo-conductual, la capacidad de adaptarse al entorno interno y externo (no menciona otros tipos de psicologías); para el socioeconómico, el desarrollo humano. Cada uno de ellos supone puntos a favor y en contra, pero pareciera que ninguno logra explicarla de forma global.

    El enfoque biomédico supone a mi modo de ver más desventajas que ventajas. Iguala salud a normalidad y normalidad a funcionalidad, poniendo en el psiquiatra el poder de decidir quién es sano y quién no, determinando a la persona a ser un ente pasivo en su propia concepción de salud y por consiguiente, su ejercicio. No es de extrañar por lo tanto que las intervenciones en salud mental de este tipo sean atenciones profesionales. Una ventaja sería que utiliza la neuroimagen y psicofarmacología, en la búsqueda de herramientas terapéuticas que puedan contribuir en aliviar el sufrimiento.

    En segundo lugar, el enfoque psicológico en sus múltiples ramas teóricas, tendría según Miranda dos corrientes prácticas determinadas por su cercanía al enfoque biomédico. El aporte de aquellas más distantes del previamente señalado (psicoanalíticas, humanistas transpersonales), sería a mi modo de ver devolver el foco a la persona como ente activo en la búsqueda de su propia salud, en este caso, sabiduría práctica. Sin embargo, esta sabiduría deja de lado otros factores esenciales para la salud, externos a la persona.

    El enfoque socioeconómico/sociopolítico desde mi perspectiva introduce un cambio de paradigma, crítico, lo que sería su gran contribución, cuestionando la “normalidad” como forma de control social, la medicalización con su centro mercantilista, el individualismo y capitalismo escondido en el concepto enfermedad mental, que pretende definir un ideal según valores de mercado y así enmascarar la inequidad que genera.

    Si bien cada enfoque aporta áreas diferentes involucradas en la salud, no son complementarias y por lo tanto tampoco reducibles a un enfoque bio-psico-social, ya que se posicionan epistemológica y socialmente desde veredas diferentes. Además, la mayoría concibe la salud mental en base a acciones que la persona es capaz de hacer, perdiéndose aspectos relacionados a la experiencia subjetiva, como indica Miranda.

    Ante este escenario de una salud mental difusa y fragmentada, es necesario reconocer la impronta psiquiátrica con la que se le identifica socialmente en la actualidad. Considero esencial desde este colectivo erradicar el paralelismo entre funcionalidad/normalidad/salud mental, y posicionar nuestra práctica fuera de la promoción de un ideal social. Nos invito ante esta heterogeneidad y pluralidad de discursos y métodos, como señala Lolas, a ser más “oratores” en el sentido de reflexionar y renovar la Psiquiatría, poniendo nuestro foco en las personas, y su propia experiencia de bienestar y alivio.

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  24. Despues de la revision de las lecturas, una de las principales conclusiones a las que he llegado aparece en forma de pregunta: ¿por qué reflexionar de que hablamos cuando hablamos de salud mental? o asi tambien ¿por qué no deberíamos hacernos esta preguntar?
    Una respuesta rápida a la primera consulta es por lo pertinente que resulta el ejercicio a quienes comenzamos nuestra formación en psiquiatría. Y es aquí donde un beneficio concreto que puede mencionarse es la adecuada delimitacion de lo que hacemos como psiquiatras y de lo que no. Es asunto de la psiquiatría el diagnostico oportuno, el tratamiento y el control de las enfermedades mentales clasicamentes descritas. Pero seria muy discutible plantear (hasta ahora) que es tarea de los psiquiatras la promocion y prevencion en salud mental; o así también el manejo de situaciones normativas durante el ciclo vital. Estas ultimas son tareas mas cercanas a las actividades propias de medicos generales, psicologos, enfermeros, dispositivos de la comunidad organizada e incluso del grupo familiar directo de las personas. Es decir, se trata de un trabajo más cercano al realizado desde la atencion primaria.
    La reflexión de los distintos enfoques desde los que se construye el conocimiento en salud mental (biomédico, conductista-cognoscitivo-socioeconómico) viene a modificar el quehacer diario de manera idealmente integral, sin embargo, los sujetos de estudio y los asuntos de los que se encarga vienen a ser muy similares. Es por esto que la importancia de tomar consciencia de la existencia de estas epistemologías no debe radicar en desarrollar una preferencia selectiva, sino en abrazar los aportes de cada uno y desarrollar una visión critica sobre sus limitaciones, especialmente en lo que se refiere a lo dejado de lado por el modelo dominante (el biomédico).
    Refiriéndome a la segunda pregunta, el por qué no cuestionarse el concepto de salud mental, tiene relación con prevenir la extrema relativización de un concepto, que tal como se ha mencionado en las lecturas, ha sido instrumentalizado y aplicado en incontables discursos, literatura científica y programas políticos. Se ha hecho evidente en el devenir histórico que no existe una sola forma de definir salud mental, pero esto no ha hecho menos real su existencia, tal como no se puede negar la existencia de quienes sufren por las perturbaciones de su ánimo, de sus ideas o de su mera relación con el entorno. Sí me parece un punto interesante el reflexionar sobre la real necesidad del concepto, pues pretendiendo renunciar al clásico dualismo cartesiano, más deseable sería abrazar el concepto de salud en general sin más, y asumir el trabajo en salud mental incluido en éste. En suma, es esencial entender que la tarea de lo que construiremos como salud mental no es asunto de quienes trabajamos en el trabajo teórico o asistencial, sino de la sociedad en su conjunto, y tener claridad de que la única forma de renunciar al concepto de salud mental es si entregamos por completo sus asuntos a la idea de salud. Salud y punto.

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  25. Aproximación al concepto de Salud Mental:
    Creo que se debe destacar la importancia que ha tomado la salud mental en las decisiones de salud pública a través del último siglo, en donde los países que han logrado un mayor desarrollo han ido dejando atrás las altas tasas de mortalidad por causa infecciosa pasando a mortalidad y discapacidad por enfermedades con tendencia crónica, llegando a la afirmación de “No hay salud sin salud mental”.
    Y si bien, se da tamaña importancia a “salud mental”, aún parece ser un concepto dinámico y en desarrollo, con múltiples visiones desde una perspectiva biológica, comportamental, y socioeconómica. Sin embargo, según la epidemiologia se está entendiendo que salud mental y las enfermedades que son consideradas dicho ámbito son prioritarias por su prevalencia, carga de enfermedad, causantes de múltiples tipos de discapacidad, entre otras.
    En esta perspectiva destaca la visión socioeconómica de salud mental, principalmente porque se adapta al paradigma económico actual integrando un concepto de salud más integral y complejo, entendiendo la importancia de los determinantes sociales en el desarrollo de “la salud mental”. Esto lo realiza explorando nuevos límites en donde se encuentra la visión política del mundo, visión económica, principios neoliberales, entre otros puntos.
    Por otro lado, me parece importante además señalar la visión del “psiquiatra” y su figura netamente médica, que en uno de los textos se sugiere una evolución a una “profesión especializada”, considerando que el ámbito de estudio de la psiquiatría va más allá del aspecto biomédico propiamente tal, sino que tienen un alto componente moral (“Ambas son profesiones que tienen responsabilidad moral más que jurídica”) y social.
    Fuentes:
    - Salad mental y psiquiatría: Pluralidad y heterogeneidad, Mental health and psychiatry: Plurality and heterogenecity. Fernando Lolas S.
    - Restrepo DA, Jaramillo JC. Concepciones de salud mental en el campo de la salud pública. Rev. Fac. Nac. Salud Pública 2012; 30(2): 202-211
    - UTOPÍA Y PRAXIS LATINOAMERICANA. AÑO: 23, n°. 83 (OCTUBRE-DICIEMBRE), 2018, PP.86-95 REVISTA INTERNACIONAL DE FILOSOFÍA Y TEORÍA SOCIAL CESA-FCES-UNIVERSIDAD DEL ZULIA. MARACAIBO-VENEZUELA. ISSN 1315-5216 / ISSN-e: 2477-9555
    - https://diprece.minsal.cl/programas-de-salud/salud-mental/salud-mental-en-chile/

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  26. Reflexionando sobre los textos leídos los cuales nos contextualizan en diversos ámbitos políticos, culturales, científicos, etc y el cómo surgen las teorías psicológicas y han ido encontrando fundamentos para su desarrollo, en distintas épocas y naciones, a medida que nacen distintas necesidades junto con el avance económico, cultural, político, es que surgen los conceptos de salud mental y psiquiatría, difícil de conceptualizar el primero, y que hoy en día nos hace tanto sentido desde nuestra cultura y sistema económico, lo necesario que es el desarrollo humano como un todo integrador, interdisciplinario, desde las dinámicas comunitarias, las políticas de estado, la salud pública y el cómo influyen en la salud mental. En mi labor médica he constatado las necesidades en diversos ámbitos en la comunidad falta de acceso a la educación, falencias desde los determinantes sociales, entre otros y como influyen en la salud en forma integral. Y es por esta experiencia, desde la practica en APS, que al hablar de salud, me hace tanto sentido la definición de la OMS, donde define “ la salud es un estado de bienestar completo físico, mental y social, y no meramente la ausencia de afecciones o enfermedad” dejando de lado antiguas concepciones dicotómicas de cuerpo y mente, ampliándolo hacia el bienestar en múltiples áreas sociales. Si bien es comprendido globalmente la idea, no se observa en la práctica, ésto se puede ver en la misma comunidad médica, donde aún se observa que algunos colegas no comprenden esta definición o simplemente la niegan, basandose en reduccionismo, y ante algún indicio de malestar en área psicosocial derivan a psicólogos o psiquiatras o la estigmatización de algunos pacientes que aún existe en nuestra cultura. Siento que falta mayor reflexión en el pregrado, en torno a estos temas de salud mental, que no son exclusivo de la psiquiatría, si no más bien, la engloba, pero desde el áreas médica la salud mental es transversal, y fuera del área médica también lo es. He ahí la importancia desde la sociedad de comprender este concepto y de ser parte del abordaje de la salud mental.

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